[ cuarentena, día 121 ]
Pasan y pasan los días sin darme cuenta, o mejor dicho, no quiero reparar en el tiempo que transcurre y que se me escapa. Pensaba que ya para esta altura del confinamiento estaríamos en un punto más soportable del encierro en casa.
Y cada día evito sentarme a pensar en qué se ha convertido mi vida. No quiero. Pero de todas maneras, durante esos instantes en que no escucho música, o me distraigo de mi lectura, no puedo evitar pensar. Tengo la sensación de que he convertido mi inmadurez e indefensión en una manera de vivir.
Indefensión no es la palabra exacta, pero es la que más se acerca a cómo me siento en este momento. Este confinamiento ha influido en no poder hilar mis ideas y en mi inestable estado de ánimo. Trato de ver todo de la mejor manera posible, pero mi ánimo se derrumba fácilmente, al punto que a veces ni me aguanto a mi mismo.
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